Entre la culpa y la cultura: el impacto de las normas patriarcales en las mujeres

Entre la culpa y la cultura: el impacto de las normas patriarcales en las mujeres

Las mujeres tienden a sentir una culpa más intensa que los hombres, a menudo pidiendo disculpas por todo. Un estudio de la Universidad de Texas encontró que el 62% de las mujeres se sienten más culpables por sus errores en comparación con el 34% de los hombres. Esto se debe a la herencia de una cultura patriarcal reforzada por el cristianismo, donde desde niñas se nos enseña a obedecer ciertas normas que nos hacen sentir culpables si hacemos algo «inapropiado». Hemos sido educadas para ser dóciles, serviciales y compasivas, y se nos presiona a mantener una actitud de dulzura, alegría e inocencia, lo cual nos frustra cuando no podemos cumplir con esas expectativas.

Culpa como construcción sociales

La culpa y el remordimiento son parte de una sumisión irrazonable a nuestra propia conciencia. Nos sentimos culpables incluso por nuestras decisiones, y esa culpa nos impide crecer y tomar nuevas decisiones. Sin embargo, debemos entender que la culpa también es una construcción social del patriarcado, y a menudo se usa para limitar y obstaculizar nuestras acciones, y subestimar nuestras capacidades. Esto nos lleva a reflexionar sobre por qué las mujeres sentimos culpa.

La historia del «pecado original» en la tradición judeo-cristiana ilustra cómo la culpa ha sido históricamente atribuida a las mujeres. Según el relato bíblico, Adán y Eva fueron los primeros humanos creados por Dios, y Eva fue tentada por la serpiente para comer del fruto prohibido. Al hacerlo, Eva y Adán desobedecieron a Dios, lo que llevó a su expulsión del Jardín del Edén. En esta narrativa, la culpa del pecado se centra en Eva, quien es vista como la causante de la caída de la humanidad. Este relato ha cimentado la idea de que las mujeres tienen una carga inherente de culpa, reforzando la noción de que nuestras acciones son responsables de la transgresión y el castigo.

Sentir culpa tiene efectos a diferentes niveles, influenciados tanto por las características psicológicas individuales, como por la educación temprana en la familia, y profundamente, por los estereotipos sociales y los roles de género impuestos. Precisamente, la culpa en nosotras las mujeres es parte de una herencia patriarcal, acentuada por la cultura judeo-cristiana que nos culpa a las mujeres del «pecado original». Desafortunadamente, la culpa suele estar muy ligada a las mujeres. Aunque la culpa es un sentimiento humano, a la larga nos debilita, ya que se convierte en una carga pesada que nos impide avanzar.

Reglas no escritas y expectativas sociales

Existe una serie de reglas no escritas que sugieren que la mujer debe sentirse más culpable que el hombre cuando se ausenta del hogar, ya sea para trabajar o para salir. Se considera que este tiempo alejada es un descuido de sus deberes hacia los demás. Si no cumplimos con estas expectativas, nos etiquetan como «malas mujeres». De hecho, se podrían formar clubes de «malas hijas», «malas amigas», «malas trabajadoras» e incluso «malas egoístas». Se nos enseña a ser buenas hijas, buenas madres (incluso si decidimos no tener hijos), eficientes trabajadoras, parejas comprensivas, amigas incondicionales y fieles a nosotras mismas. Esta cantidad de roles que debemos desempeñar nos hace sentirnos responsables de la felicidad de los demás. Nadie nos obliga, pero los modelos femeninos reflejan un machismo disimulado de altruismo.

Avances y responsabilidades

En el camino hacia la igualdad de género, las mujeres hemos obtenido más derechos, al mismo tiempo que hemos adquirido más responsabilidades. No creas que las mujeres de antes tenían más motivos para luchar por la igualdad, pues tú tienes el mismo papel en la sociedad que tu abuela y las mismas responsabilidades que ella, pero además se han sumado diez más.

Expectativas excesivas y culpa

Intentamos hacer todo y creemos que debemos hacerlo todo. Nuestro esfuerzo por realizarnos personalmente nos ha llevado a tener expectativas excesivas: nos falta tiempo. ¿A quién le quitamos ese tiempo? A nosotras mismas. La culpa es un mecanismo de control. Basta con abrir una revista o encender la televisión para ver cómo la sociedad y los medios nos hacen sentir culpables. A las mujeres se nos vende culpa si comemos mucho, envejecemos dignamente y no encajamos en el imaginario colectivo. Estos son mecanismos para distraernos de lo que verdaderamente vinimos a hacer: ser nosotras mismas y ser felices.

Consejos para librarte de la culpa

  1. Identifica los comportamientos que te hacen sentir culpable. 
  2. Acepta que somos seres humanos y tenemos derecho a equivocarnos
  3. Expresa verbalmente cómo te sientes ante cualquier acto que hayas realizado.
  4. Reflexiona sobre posibles soluciones al problema que te angustia. 
  5. Sé responsable de tu conducta, pero no te sientas culpable por ella.

 La responsabilidad evita que te ates a la culpa y te ayuda a resolver el problema. Sentirse culpable constantemente te impide vivir el presente y avanzar en la vida.